¡Sé que puedo!
De cómo una comunidad no
se deja silenciar...
En Fala cada atardecer es igual,
el sol se oculta a intervalos pausados, permitiendo ver su magnificencia,
abrazando a los pobladores del lugar, con el mismo ímpetu, la misma magnitud. Los
niños están jugando en la canchita, gritando de emoción mientras patean un
balón de arco a arco, estaban hablando de cuánto querían venir de nuevo a
escucharnos, era hermoso escucharlos con ese fervor, “Quiero que ya no roben
las vacas de mi casa”, “No sabía que te llamabas José Carlos”, “Ojalá vuelvan a
venir”, bellas palabras que motivan a continuar con un sueño.
Era viernes, el cansancio de la
semana nos golpeaba a todos por igual, nuestros cuerpos pedían un breve
descanso pero no podíamos, no debíamos, simplemente era obligatorio continuar
en pie. Llegamos a Fala a las 3 de la tarde, el sol bendito nos recibía con intensidad,
como siempre, distribuimos tareas y comenzó la acción, esperamos a los niños,
llegaron de 2 en 2, sonriendo como siempre, con el mismo entusiasmo, cómo me
gustaría actuar como ellos en todo.
Nos sentamos en una rueda, hablamos
para recordar por qué estábamos ahí, todos participaron, la atmósfera estaba
por encima de la pensada. Los reunimos a todos, eran un promedio de 25, niños y
niñas con una visión aún por descubrir, por sí mismos, proyectamos un video,
para despertar su espíritu creativo y crítico, luego más videos complementaron
el propósito, todos ellos elaborados con niños y para niños, demostrándoles a
los pequeños cómo un niño puede hacer
algo por cambiar su realidad.
Después escuchamos sonidos para reconocer qué o quién
los produce, su imaginación voló, desde una guerra hasta una locomotora, tener
inocencia para pensar no te da límites, te permite ir más allá, eso ocurrió, el
oído se convirtió en el canal para que aflore la creatividad. Que magnífico
instrumento es el sonido, te deja fluir y no existen trabas excepto las tuyas,
eres quien pone peros o quien decide brillar.
Lo que más gusta de trabajar con
niños es que ellos no tienen miedo porque no les han dicho que no se puede,
ellos saben que pueden, merecen saber que pueden. Nos repartimos en grupos de
5, encabezados por un integrante del grupo comenzamos a hablar de los temas que
nos gustarían tratar en nuestras reuniones, hacer una agenda que refleje lo que
Fala quiere. Cada opinión es clave para nosotros, es gratificante observar que
los niños saben que necesitan y reconocen cómo solucionarlo.
Cuando expusieron los papelotes con
los temas que los afectaban, les dimos una ventana para expresarse, unos más
que otros, pero el mensaje quedó claro para todos: la buena comunicación.
Fala busca el desarrollo, Fala
quiere mejorar, Fala puede crecer. Cada vez que vuelvo a pisar Fala pienso no
solo en sus calles polvorientas y desiertas, sino en esas miradas inocentes que
desean hacer algo por su comunidad, ¿Quién puede decirles que no? Nadie. Yo creo
en ellos y ellos creen en sí mismos, y eso, en el siglo que vivimos, es más que suficiente para empezar el camino,
por un objetivo, por un sueño: “Súmate” sigue avanzando.
Alexandra, Elías, Eveling, Flor, Kelly, Sonia,
ResponderEliminarJuzgo de buenos y acertados los avances del proyecto "Generación verde". No pierdan de vista el espacio que generará el reflejo de la propuesta en las vivencias de cada faleño.